miércoles, 29 de mayo de 2013

AL DESCUBIERTO: EL NUEVO CABALLERO CERVANTES

Comparecen los libros en lugares 
anómalos, se juntan
con indolente asimetría:
un tropel
de vestigios locuaces,
pendencieros, irresolutos, lerdos.

He pugnado con ellos
durante muchos años: los he visto nacer, 

durar, languidecer. Han resistido
intemperies, saqueos, turbamultas.

Algunos llevan dentro
la ponderada prueba de mi envidia,
los más el distintivo
incorregible de la decepción.

Mi error fue abrir un día un libro.

“Biblioteca particular”, José Manuel Caballero Bonald

Acerco hoy a este descubierto al jerezano José Manuel Caballero Bonald novelista, poeta, ensayista, flamencólogo, navegante y Premio Cervantes 2012, premio que recibió el pasado 23 de abril.

A través de su discurso recordó el escritor la importancia de la palabra, la libertad y la poesía reivindicando al otro Cervantes más desconocido, el poeta:

"Creo honestamente en la capacidad paliativa de la  poesía, en su potencia consoladora frente a los trastornos y desánimos que pueda depararnos la historia".

También estoy convencida de ello, pienso que el arte en general es un valor fundamental en esa búsqueda de “libertad y felicidad” que todos pretendemos alcanzar. Búsqueda que comienza con el acto mismo de leer y escribir, en definitiva, con las palabras pues como dice Caballero Bonald:

"Hay que defender con la palabra contra quienes pretenden quitárnosla. Esgrimirla contra los desahucios de la razón".


Hasta luego, Vela.

martes, 21 de mayo de 2013

"EL MAESTRO DEL PRADO", de Javier Sierra

Editorial: PLANETA
Año de Edición: 2013

Nº páginas: 328
ISBN: 9788408030690

Me apetecía mucho volver a leer a Javier Sierra, siempre acercándonos a historias misteriosas, sorprendentes que nos plantean dudas, preguntas y ganas de saber mucho más, qué bueno encontrar todo esto en la lectura de un libro.

Esta vez el autor nos lleva de la mano a uno de los museos más importante de nuestro país, el Museo del Prado, y como ya hiciera en su novela “La Dama azul” el protagonista no es otro que el propio Javier Sierra, en este caso cuando aún era estudiante de periodismo en Madrid en el año 1990 y ya comenzaba a interesarse por temas nada convencionales.

Nuestro joven Javier era por entonces un visitante asiduo del museo y cierto día es interrumpido por un misterioso hombre mientras contempla el cuadro de La Perla. A partir de este encuentro comenzará un relato donde ambos, Javier y El Maestro, nos llevarán de la mano para mostrarnos los misterios que encierran ciertas obras pictóricas del museo.

Con este argumento sencillo y ese toque de misterio que el autor dota a los encuentros con Luis Fovel, El Maestro, Javier Sierra va descubriéndonos historias y misterios que envuelven a las obras que nos dejan absortos y embebidos en el relato. Y así, a través de 16 capítulos vamos visitando obras de pintores como Rafael Sanzi, Boticelli, Tiziano, Juan de Juanes, Murillo, Brueghel el Viejo, El Greco y como no podía faltar la inquietante obra de El Bosco “El jardín de las delicias”.

Lo más inquietante, y quizás sea lo que a mí particularmente me enganchó más a la lectura, es que se trata de obras de pintores reconocidos que trabajaron a las órdenes de la Iglesia y la Monarquía porque el autor no sólo nos señala los misterios de las obras pictóricas sino que además, nos recuerda quienes fueron los mecenas que estaban detrás de estos encargos. No podemos olvidar que se trata de una época donde la pintura era un oficio y estos lienzos estaban subvencionados por personajes de la Iglesia, la monarquía como Carlos V ó Felipe II, escritores y políticos. Y ellos, se atrevieron a cuestionar las creencias dejando constancia en sus pinturas a la vista de todo aquel que quisiera contemplarlas durante todos estos siglos.

En definitiva, se trata de una novela que te atrapa y se lee de forma amena aunque como podrá advertir el lector está repleta de datos, curiosidades y fechas que obliga a leerla con cierto detenimiento.

Por último, destacar la cuidada edición que ha realizado la editorial Planeta que incluye imágenes de las obras a las que el relato va haciendo alusión, lo cual, hace que el lector teniendo delante la reproducción del cuadro pueda implicarse más en el relato.

Hasta luego, Vela.